Así que podemos decir que, para volver “rejuvenecid@” física y mentalmente de nuestras minivacaciones o vacaciones, lo mejor es calzarse las deportivas y ponerse a caminar, pasear en medio de la naturaleza, en un entorno verde, dónde nuestro cerebro pueda relajarse; cambiar de aires y visitar lugares desconocidos también es un estupendo estimulante para el cerebro, el cuàl está diseñado para afrontar entornos cambiantes.

Si miramos al agua en su naturaleza, nos damos cuenta que casi siempre está en movimiento. Ese movimiento tan misterioso y curioso, ha sido fuente de inspiración en muchas ocasiones, tanto en las artes como en el mundo de la danza. En la danza oriental, por ejemplo, se destaca una estrecha relación con el elemento agua. En esa disciplina se busca una fuerte capacidad de aislar los movimientos de la bailarina, colorando su danza con acentos, pequeños golpes y variaciones.

En la evolución y el análisis de la danza, sin separar lo físico de lo emocional, a lo largo de los siglos y la evolución de la propia humanidad, hemos ido transitando por estilos o ideas totalmente marcadas, definidas estructuradas con emociones a la vez encerradas y reprimidas, a formas estilos e ideas mas abiertas en formas y metodologías con emociones que desbordan condicionan y estimulan al movimiento.