Inteligencia Digestiva: el sistema digestivo nuestro segundo cerebro
El sistema digestivo nuestro segundo cerebro
Inteligencia Digestiva y como mantener en forma nuestro cerebro intestinal
Hace años que los científicos han descubierto que poseemos dos cerebros en nuestro cuerpo, uno dentro de la esfera craneal, y otro dentro de la cavidad abdominal; poseemos un tapizado con más de 100 millones de neuronas a lo largo de todo el tracto digestivo, casi exactamente igual que el número existente en toda la médula espinal.
Se pensaba inicialmente que se trataba de un tubo hueco con reflejos simples, pero se comprobó, que existía un impresionante trazado de fibras nerviosas desde el esófago hasta el ano, que lo recorren.
Hablamos del denominado sistema nervioso entérico.
Al igual que lo que sucede dentro de las paredes craneales, nuestro segundo cerebro se encarga de producir sustancias psicoactivas como la dopamina ( hasta un 50% ) y la serotonina u hormona de la felicidad ( hasta un 90% es producida en el intestino ), así como diferentes opiáceos que modulan el dolor.
Este cerebro abdominal tendría dos funciones: por un lado, supervisar todo el proceso digestivo, desde los movimientos peristálticos, la secreción de jugos digestivos ( gástrico, biliar, pancreático), la absorción y transporte de nutrientes, y la eliminación de los productos de deshecho; y por otro, colabora con el sistema inmune en la defensa del organismo.
En algún momento hemos experimentado ciertas situaciones en las que hemos apreciado el vínculo existente entre nuestro estado emocional y nuestras vísceras.
Expresiones como: "tengo un nudo en el estómago", "me pone del hígado", "siento un cosquilleo en la barriga", forman parte de los dichos y jerga popular, y estàn presentes en todas las culturas, tanto antiguas como modernas. Según esto, podríamos pensar que un trastorno emocional o una emoción intensamente vivida, durante largo tiempo, se podría somatizar originando problemas viscerales, tales como el colon irritable o la úlcera de estómago. Consideremos nuestras entrañas, un lugar de expresión activa, de nuestra actitud comportamental frente a las oscilaciones emocionales, que nos presenta la vida incesantemente.
La ansiedad, el estrés, la neurosis, pueden alterar durante largo tiempo la producción de ácido clorhídrico en el estómago, el sistema inmunitario, la microflora, y los procesos enzimáticos digestivos, y eso sin grandes cambios anatómicos, pero con sensaciones de dolor, malestar, hinchazón abdominal, reflujos gástricos, diarreas, etc…, es el lenguaje en el que se expresa nuestro sistema digestivo, y es necesario aprender a escucharlo, para tratar de observar nuestro funcionamiento corporal, y poder corregir aquellos hábitos que pueden estar haciéndonos daño. Si no prestamos atención a estos "email alarma" que nos envían nuestro órganos, puede que un día los tejidos no sean capaces de compensar ni resistir más esta agresión, y se desarrolle una lesión constatable con pruebas médicas
Las situaciones extremas del miedo y el trauma emocional provocan una liberación masiva de diversas sustancias químicas, mediadores, hormonas, neurotransmisores, etc… que alertan a todo el cuerpo de esta situación emocional aguda. Como en el intestino producimos y almacenamos muchas de estas sustancias químicas anteriormente mencionadas, su liberación excesiva y urgente desencadena reacciones enzimáticas digestivas y movimientos musculares intestinales muy rápidos.
Se puede padecer fragilidad digestiva debido a enfermedades recurrentes en la infancia, consumo prolongado de fármacos, malos hábitos alimenticios o simplemente una naturaleza "débil constitucional" a nivel del sistema digestivo; este es un punto que en Medicina Tradicional China se conoce bien. En muchas ocasiones se trata de un trastorno digestivo adquirido, y que por tanto se puede reeducar, y mejorar: un tratamiento combinado entre un especialista en nutrición, un psicólogo, sofrólogo y/o un acupuntor, podría ser la solución en el 90%de los casos.
Después de muchos años de irritación, una propuesta que podría comenzar a meter a punto nuestro sistema digestivo, sería una limpieza no agresiva del tracto digestivo con caldos y cremas de verduras dulces ( calabaza, calabacín, zanahoria, cebolla cocida…), con miso y kuzú, que ayude a desinflamar y regenerar mucosas digestivas, y a equilibrar la microflora intestinal; al mismo tiempo que debemos excluir temporalmente, aquellos alimentos de carácter alergénico, como los lácteos, los frutos secos tropicales o el gluten. Cualquier alimento ingerido en exceso, pueden constituir una fuente de toxinas, y es por ello que debemos adaptar nuestra alimentación a nuestras necesidades orgánicas: capacidad digestiva, combustiva y eliminatoria.
Una buena manera de mantener en forma nuestro cerebro intestinal, sería a través de una alimentación equilibrada en nutrientes, y formada por alimentos de fácil digestión, absorción y eliminación de deshechos; con unos hábitos sanos a la hora de comer: tomarse un tiempo para comer de forma relajada, masticando suficiente, degustando los sabores, las texturas, no "comer mientras tanto…" y no realizar actividades simultáneas como ver la tele o leer la prensa, o peor aún..trabajar¡¡; realizar respiraciones abdominales diarias, masajes suaves abdominales frecuentes, estiramientos, una actividad rítmica repetitiva que active los sistemas, y calor suave relajante de vez en cuando para mimarse; así como una adecuada higiene intestinal, respetando las señales que nos envía el intestino, tomándose el tiempo suficiente. Cuando no tenemos un reflejo condicionado establecido, debemos entrenarlo e insistir en un ritual, con horarios y momentos dedicados a este aspecto.
El vaciado del intestino es tan importante como el mero hecho de comer, puesto que lo más importante para nuestra nutrición celular es el equilibrio entre los alimentos que entran, las sustancias que absorbemos y los residuos que eliminamos procedentes de la actividad bacteriana y celular; si el tránsito es lento o insuficiente, podremos ocasionar una acumulación de residuos que puede autointoxicarnos, lo cual genera diferentes síntomas manifestados en piel, mucosas, dolores articulares e incluso alteración de carácter y humor.
Según el Dr. Jean Seignalet, una limpieza de intestinal sería para nuestro segundo cerebro, así como una cura de sueño para el sistema nervioso central
Si tratamos bien a nuestro sistema digestivo, el nos responderá bien, proporcionándonos un buen suministro de energía, vitalidad y optimismo¡¡