La relación entre dietas, oxigeno y nutrientes
La relación entre dietas, oxigeno y nutrientes
Las calorías: una moda en regímenes
En el siglo XVI, Ambroise Paré decía de la dietética que era "la segunda parte de la medicina, la que alivia las enfermedades por el buen modo de vivir". Hipócrates, el padre de la medicina occidental, utilizó el término griego "diaita", de la cuál deriva la actual dieta, para referirse a una forma de vivir la vida armónicamente, con un cuidado especial en preparar y seleccionar los propios alimentos. Una manera de vernos, como parte del ecosistema en el que nos ha tocado vivir, y, la primera forma de relacionarnos con él, es el hecho de alimentarnos.
Las calorías: una moda en regímenes demode
En occidente, al igual que en oriente, siempre se han atribuido propiedades curativas a los alimentos, o causales de diferentes enfermedades. Hipócrates, en la antigua Grecia, dedicó un libro al régimen alimentario en las enfermedades en el que dice: "que tu dieta sea tu mejor medicina". Pero la dietética como tal, no aparece desarrollada hasta el siglo XIX. Un escritor francés ( Raspail, Manual de la salud, 1859 ) decía: "el arte culinario es para la higiene, lo que la farmacia para la medicina: una buena cocina evita la enfermedad, una buena terapia la desvanece". Los criterios en aquella época para determinar si un alimento era saludable o no, se basaban en la sabiduría popular y la experimentación con el alimento íntegro.
Con los avances en bioquímica, se comenzaron a analizar los alimentos desmenuzándolos al máximo, y la experimentación se hizo con las partes y no con el todo. Actualmente, cada vez que se descubre alguna sustancia nueva en los alimentos, tratan de buscarle propiedades importantes, y comienza una nueva moda. La moda del magnesio, del selenio, de la Vitamina C, de los antioxidantes, etc…
De todas las modas, la más arraigada, es la de las calorías en dietética científica, especialmente cuando se trata de dietas de adelgazamiento o engorde. Se trata de alcanzar unas cifras en calorías, basándose en unos datos estándar recogidos en tablas, sin importar demasiado la procedencia de las mismas, ni la "energía vital" del alimento, calidad de digestión, metabolismo, estado físico, emotivo y mental de la persona
Estudios realizados en la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, ponen de manifiesto que no existe una relación tan directa como se creía, entre el exceso de calorías de la dieta y la OBESIDAD. Depende de donde provengan las calorías. A igual cantidad de calorías, engordan más las grasas que los carbohidratos; éstos, además de almacenar menos calorías extras, favorecen el gasto energético y la grasa corporal se reduce.
En este mismo sentido, estudios europeos, como ha sido el proyecto CARMEN ( Carbohydrate Ratio Management in European National Diets ) demuestran que se puede perder peso, aumentando los hidratos de carbono y disminuyendo las grasas, sin necesidad de disminuir las calorías.
Por tanto, ya no debería de preocuparnos mirar tanto las tablas de calorías y pesar los alimentos, bastaría con aumentar la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos complejos pobres en grasa ( cereales, legumbres, verduras, frutas…) y disminuir los alimentos ricos en grasas saturadas, como mantequillas o margarinas, embutidos, carnes, quesos, salsas, fritos…
¿Cómo podríamos saber cuál sería la proporción lógica de nutrientes en nuestra dieta? Si seguimos una lógica marcada por la naturaleza, podemos tomar como referencia la leche materna, único alimento diseñado por ella, con todos los ingredientes necesarios para el desarrollo de un ser humano.
Por término medio, 100 gr de leche materna, contienen 0,15 gr de minerales y vitaminas, 1,2 gr de proteínas, 3,7 gr de grasa, 7,1 gr de carbohidratos y 87,5 ml de agua. En ella, la proporción de minerales a proteínas, de proteínas a hidratos de carbono y de hidratos a agua es bastante regular, alrededor de 1:8 a 1:9. Sólo las grasas rompen esta progresión porque el bebé necesita energía para su desarrollo ( dobla el peso en 6 meses, de ahí el alto contenido en grasa y no en proteínas ).
Para los adultos, las proporciones ideales serían las de la leche materna, exceptuando la proporción de grasas, es decir, entre 1:8 y 1:9.
Otro nutriente muy importante es el oxígeno del aire: cuanto más comamos, más oxígeno necesitamos para transformar los nutrientes en energía. También el agua está en relación con el aire que respiramos, cuanto más húmedo sea éste, menos agua necesitamos ingerir, porque lo absorbemos del aire a través de los pulmones.
En el alimento diario, la proporción de sólidos a líquidos debe ser de 1: 7, ya que nuestro organismo está constituido entre un 70-80% de agua. El agua no es necesaria consumirla diariamente como bebida, siempre que los alimentos la contengan y las recetas de cocina sean hidratadas. Sin embargo, si ingerimos una bebida edulcorada, nuestra sed aumentará, ya que la cantidad de azúcar aumenta en sangre, y supera la proporción 1:7, "pidiendo" más agua para equilibrarse. Lo mismo sucede con las bebidas alcohólicas.
Por mucho que queramos separarlos, nuestros tres aspectos, físico, mental y emotivo, son inseparables y están siempre muy relacionados.
La calidad de la sangre depende de cómo digerimos los alimentos, de cómo metabolizamos y de cómo depuremos los residuos metabólicos producidos.
Hablaremos por tanto, de un alimento para los tres cuerpos, siguiendo un orden evolutivo, el cuerpo físico fue el primero, y sobre él se asentó el emotivo y por último el mental.
Para poner el físico en forma, podemos utilizar el ejercicio físico inteligente, la respiración consciente y la comida racional.
Para poner el emotivo en forma, lo primero sería cuidar el físico y luego proporcionarle estímulos adecuados: vida sin estrés, dejarse fluir, practicar la empatía, no hacer cosas de manera forzada, utilizar y comprender el lenguaje no verbal; comunicarnos con los que nos rodean desde las afinidades, no desde las diferencias…recurrir a técnicas artísticas creativas como la música, la pintura y el teatro practicados de forma consciente para enseñar a nuestro cerebro emotivo a responder adecuadamente; si hablamos a nuestro cerebro emotivo con palabras no nos va a entender, tenemos que hacerlo desde los símbolos, mediante el lenguaje artístico.
Para poner en forma el mental, lo primero sería cuidar el físico y el emotivo, y luego proporcionarle serenidad y lucidez mediante prácticas de relajación mental y meditación; realizar las actividades cotidianas a conciencia, darse cuenta de las limitaciones personales, tomar consciencia de los cambios y permanecer flexibles ante la vida. Cuando el cerebro está en forma, las respuestas a los estímulos internos y externos son más equilibradas ( el funcionamiento del sistema inmunológico, por ejemplo )
Para acercarnos a ese deseado equilibrio de la persona, en su entorno, deberíamos desarrollar tanto el análisis como la analogía. En occidente hemos desarrollado sobre todo nuestra parte analítica ( hemisferio izquierdo ) y en oriente ha sido más la parte analógica ( hemisferio cerebral derecho ). Por tanto, sería muy interesante la integración de ambas, para llegar a un concepto de medicina más global.